jueves, 26 de enero de 2017

TRABAJO Nº 10: MICRO-RELATO: En el desolado mundo...

En el desolado mundo de Kobenhayn, el príncipe Maumer sigue vivo en el proyecto de destrozar la ciudad de Thern. Esto viene de muchos años atrás. Su padre ya había tenido esa idea hace muchísimos años y, tras su muerte, Maumer siempre dijo que lo conseguiría en honor a su propio padre.
Su hermano mayor, Rapha, siempre se opuso al proyecto de Maumer. Nadie en el reino se explicaba nada, ya que solo sabían de la existencia de una charla que este había tenido con su tío, hermano de su padre, justo al cumplir la mayoría de edad. Pero la duda seguía viva, ya que el primogénito no prestaba razones a nadie.
Pero daba igual, el pequeño de los Ziyech seguía en sus trece, y no iba a cambiar fácilmente de opinión.
Puesto que no cambiaba, Rapha decidió llevar a su hermano hasta unas cuevas subterráneas que tenía el reino. Abrió la última puerta al final del pasillo, y allí estaba, Mauma acababa de entender porque su hermano no quería que se metiera en esa aventura tan poco correcta. Estaba viendo el cuadro del hombre que levantó y creó toda la ciudad de Thern. Ese hombre era su abuelo. Aquel reino lejano también pertenecía a la familia Ziyech.

TRABAJO Nº 11: MICRO-RELATO: Por fin lo había acabado...

Por fin lo había acabado, aquello que tanto me costó. Meses de trabajo y locura. Si, locura... Pensaba que me volvía loco cada vez que lo intentaba y no lo conseguía.
Y, ¿cómo no? Como buen tauro, soy muy cabezota, y no iba a parar hasta conseguirlo.
Aquel día salí de casa temprano para hacer un par de recados que tenía pendiente... Como cada lunes, también pasé por el banco para actualizar mi tarjeta, y me tomé un café con mis amigos del fútbol.
Con la misma, llegué a casa, fui directamente al garaje, y limpié un poco todo aquello (manchado del trabajo pendiente que tenía, y acababa de terminar). Me dirigí al coche, abrí el maletero, y allí estaba... Mi sonrisa cogía toda mi cara y mis ojos brillaban, dando muestras que esa deuda ya había dejado de estar pendiente,
Por fin cerré mi venganza, era él... Tenía en el maletero de mi propio coche el cadáver del amante de mi mujer.